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Cuando los cambios son imprescindibles


(Tomado de El Espectador)

Hubo una época en que la marca japonesa Sony, la creadora del Walkman, de las cámaras de video portátiles y de la consola de videojuegos , dominaba el mundo. Y hubo otra en la que su crecimiento desmedido y la ambición por separado de cada una de sus divisiones (tecnología, música, televisores, videojuegos) hicieron que quedara relegada tras una oleada de compañías con menores costos de producción, innovaciones acordes al cambio de época y la posibilidad de diversificarse en mercados emergentes.
Y hay otra, mucho más reciente, en la que el gigante japonés ha sabido reinventarse. Se inició en marzo pasado, cuando la compañía puso fin a cuatro años continuos de pérdidas y, gracias a la desvalorización del yen, a los estímulos económicos del gobierno de Shinzo Abe y a la reestructuración de su negocio, basado hoy en las tecnologías móviles, registró un beneficio neto de US$441 millones.
Pero más allá del éxito comercial que esto pueda conllevar, existe un cambio fundamental: la compañía cambió su mensaje. “Para nosotros, el jugador es lo primero”, le dijo a la prensa Kazuo Hirai, presidente de Sony desde abril de 2012, en la presentación del Playstation 4.
Palabras que coinciden con los consejos que el consultor corporativo Harrison Monarth suele entregarles a los altos ejecutivos de multinacionales a los que entrena: “Los clientes no quieren ser recompensados sino tenidos en cuenta dentro el éxito de una compañía”. Monarth, uno de los conferencistas de la próxima edición de Foros El Espectador, tiene su propia fórmula para alcanzar ese objetivo, que puede coincidir con la reconstrucción de una marca: la persuasión.
“Las empresas primero tienen que conocer a sus clientes, a su público objetivo, entender sus dudas, sus preferencias y sus valores”, explica, siempre resaltando que, antes de dar este paso, es necesario empoderar a todos los departamentos, jefes de sección y empleados, para enviar un mensaje diferente al mercado: que se está fabricando el mejor producto o se está entregando un servicio de última generación. “La comunicación abierta, la transparencia y la confianza son elementos claves en esa meta”, agrega.
Después viene el trabajo complementario: entender la escala de valores de la audiencia y comunicarse bajo ella, bajo la premisa de que se es una firma amiga, un aliado que busca mucho más que simplemente ganar dinero. “Las empresas necesitan tener una política de comunicación cierta, basada ante todo en el uso de las redes sociales. La gente quiere sentir que participa en un proyecto responsable. Eso es la persuasión, y no podemos existir en el mundo de los negocios sin ser persuasivos”.
dmayorga@elespectador.com
Por: David Mayorga

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