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Qué dice tu apretón de manos de ti…


(Tomado de GreenMind)

Es poco probable que algún acto no verbal kinésico deje tanta huella como un handshake. Tanta como para determinar tu posición competitiva. Tanta como para definir tu estilo negociador. Tanta como para definir quién eres.

Histórica y evolutivamente, el saludo de manos ha trascendido culturas y épocas.  Ya sea para apertura de conversaciones como para cierre de acuerdos. Y persiste como un método de intercambio social que legitima la existencia de un vínculo, como signo de salud, de supervivencia, de seguridad, de demostración de sentimientos, y como no, de armonía social.

El handshake es un acto común, pero no universal. En algunas culturas -sobre todo alrededor del Mediterráneo y el Caribe- un abrazo o un beso sin tocar la mejilla, son preferibles; sobretodo en el caso de buenos amigos. En otras, sobre todo en Asia, un handshake enérgico, oscilante en la vertical y corto, es el saludo más frecuente de observar. En Medio Oriente, por otro lado, no se estrecha la mano de la mujer a menos que sea ella quien la ofrezca; incluso en ámbitos de negocio. Y en lo que respecta a América Latina, teniendo en cuenta algunas variaciones según el país, en todos, es concebido como un acto protocolar y que revela buenos modales.

Es un hecho. En pocos segundos dejamos testimonio de cómo deseamos ser percibidos y qué percibimos de otros. Y eso puede ser gravitante en una relación laboral, una entrevista, una negociación, e incluso en un vínculo afectivo.  Si nos alejáramos de la inercia y la rutina del acto y fuéramos conscientes, la historia sería otra. Otra porque estaríamos brindando un estímulo acorde a la situación y al objetivo: Nadie, que esté consciente de lo que hace, saludaría de forma dominante y territorial cuando va de visita a otro lugar. Es lógico que el anfitrión se sienta invadido. Mala estrategia. Así todo, hay muchas personas que lo hacen sin tener en cuenta el efecto que causa.

Para poder administrar tu handshake y comunicar efectivamente es necesario tener en cuenta algunas variables que lo condicionan:

  • La Distancia Espacial con quien se efectúa el saludo: Sea ésta: distancia íntima, personal o social.
  • Equilibrio: A igual distancia el uno del otro, o más cercano a alguno de los dos.
  • Ángulo de la mano que lo ejecuta: Perpendicular u horizontal al suelo.
  • Fuerza en la sujeción: Desde la clásica “mano de pescado” hasta el “tritura nudillos”
  • Tiempo en que el saludo se sostiene: Desde un contacto furtivo hasta el sostenerlo por más de 10 segundos.
  • Contacto Ocular de los involucrados.: Desde la zona social hasta la íntima.

Hay que tener en claro que la forma en que saludas es un indicio muy certero de cuál es tu personalidad. Cuál sea no es problema, mientras lo tengas claro y sepas el efecto que causas en otro ( la consabida imagen ). Lo que sí es problema, es que no regules o adaptes tu saludo según las circunstancias, según tu propósito y según tu interlocutor.

Cada ser humano espera recibir algo particular cuando interacciona con otro Y ese algo no es tangible.  Ese algo revela el valor que le damos a las formas en todo acto comunicativo: Un tímido (legitimamente) no espera invasión ni dominancia, espera que se legitime y valide su presencia, el ser quién es. Por el contrario, un dominante, no espera que le disputen el poder, espera que le confirmen su autoridad y dominio.

La próxima vez que saludes, ten en cuenta que dirás más de ti de lo que puedas controlar. No lo dejes al azar.


Conoce, infórmate, aprende y actúa.

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