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Responsables de nuestros resultados

En el artículo anterior comentábamos acerca de la importancia de la actitud en los resultados de las acciones que llevamos a cabo, y de cómo los estados de ánimo se contagian e irradian el entorno, por lo que alimentar uno positivo nos coloca en una posición de poder que facilita las comunicaciones y propicia una disposición anímica en los clientes, lo cual los vuelve más receptivos hacia los productos y servicios que ofrecemos.

Teniendo eso claro, vamos a conocer un poco acerca de los mecanismos que nos permitan alimentar ese estado de ánimo. Dichos mecanismos  no apuntan a aislarnos de la realidad sino que, al contrario, aprovechan los aspectos positivos que la misma nos ofrece, para llenarnos de una energía que nos permita contrarrestar posibles entornos hostiles o pesimistas. Saber administrarla para cuando el camino se ponga cuesta arriba.

El secreto para lograrlo radica, precisamente, en saber reconocer y poner el acento en las bendiciones cotidianas que nos rodean, a fin de encontrar motivaciones genuinas que nos ayuden a obtener los resultados que esperamos. Elegir qué, de todo cuanto nos ocurre, alimentará nuestro estado de ánimo en cada momento. Es decir, escoger las situaciones que nos inspirarán en el día a día.

El primer paso para ello radica en asumir que las ventas son nuestra profesión y sentirnos orgullosos de esa decisión. Luego debemos aprender a tomar conciencia de nuestras competencias y usarlas a nuestro favor. Para ello, vamos a acudir a los apuntes del Dr. Martin Seligman, desarrollados en su libro La auténtica felicidad, quien demostró que la «indefensión aprendida» (condición según la cual el individuo siente que no tiene control sobre las situaciones que le ocurren) se adquiere por la trasmisión de valores en el hogar. Y si esto ocurre con los valores  negativos, entonces también se podrán adquirir valores positivos para desarrollar una sensación de bienestar psicológico.

Seligman es un convencido de que la psicología había dedicado enormes esfuerzos en estudiar los aspectos patológicos de la psicología humana, y que había llegado la hora de estudiar rasgos como la creatividad, el sentido del humor y la sabiduría, a fin de buscar la conformación de patrones o modelos que permitieran su reproducción en otros individuos. Tiene sentido, ¿no?

Fíjense en esto: ¿Por qué los actores pueden deprimirse y llorar para una escena que lo requiera? Porque buscan en sus recuerdos situaciones que despierten esas emociones y los coloquen en el estado de ánimo que propicie esos sentimientos. Esto funciona de forma idéntica con las emociones positivas. Basta recordar una fuerte emoción positiva para volver a sentir esa energía que nos producen esos recuerdos. Nos pasa a todos sin necesidad de ser actores. Es decir, es algo inherente a la condición humana.

El momento en que nos informaron de haber sido seleccionados para un empleo que anhelábamos, la sensación que sentíamos cuando comenzamos aquel proyecto importante, ese viaje fantástico que hicimos, la sonrisa de nuestros hijos, la lealtad de nuestros amigos, ver a nuestros padres con salud, esa receta que nos queda espectacular, aquella ropa que nos encanta ver en nuestra pareja…Nuestra vida está poblada de continuas y modestas alegrías. Se trata de escoger qué tienes presente en cada momento.

Hacer de esto una actitud cotidiana, tener esto siempre presente, es lo que nos permitirá entender que, en buena medida, somos responsables de nuestros propios resultados.

  1. Excelente articulo 🙂 Muchas gracias! Es verdad, cada quien es responsable de sus resultados y de uno queda como afrontar los eventos de la vida, siempre positivo para que mejoremos como individuos pertenecientes a un todo.

    1. Es cierto que todo depende de nuestras actitudes, como dice Aristóteles y lo reafirma Gandhi, Las actitudes nos llevan a los acto, que repetidos se convierten en hábitos, si son buenos nos llevan a la virtud , por lo contrario serían vicios. Tehilard de Chardin nos refuerza la idea que somos seres espirituales, partícipes de la energía universal, universo al cual Dios no juega a los dados según Einstein.Pues bien, si en nuestra vida diaria participamos en un constante proceso de vendernos a nosotros mismo, vendiéndonos como personas para ser comprados como tales, es indudable que es el despliegue de la inteligencia espiritual la que nos hace transcendentales, por la contagiosa energía que transnmitimos al otro para lograr así la empatía, el consenso, el respeto mutuo, la dialogicidad,el reconocimiento de la otredad, pensando como se dice en personas compran personas. «tratar al cliente como él quiere que lo traten, no como yo quiero que me traten». La actitud para lograr estas virtudes es la de una verdadera vocación de SERVICIO, actuando siempre sobre la base de los cuatro pilares de los cuales nos habla el papa Juan XXIII: La VERDAD, La JUSTICIA, LA LIBERTAD y EL AMOR. Ante esto no hay mercadeo que se resista a convertirse en gestor del cambio.

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