En la década de los 90, llegó una metodología con ánimo de quedarse, el Personal Branding, también conocida como Marca Personal. Esta es una herramienta de desarrollo personal o profesional que invita a ver a las personas como un producto y practicar en ellas todas las estrategias de mercadeo posibles para el logro de sus objetivos.

Como toda teoría innovadora,  en sus inicios tuvo detractores los cuales compartían que se trataba de una filosofía materialista y de poco sentido humano;  en su contraparte, especialmente todos aquellos que pusieron en práctica la metodología, encontramos testimonios que la destacan como evolución para el ser humano. Muchas de estas personas confiesan haberse sentido impulsados a alcanzar resultados profesionales, pero por consecuencia encontraron un impacto con alta trascendencia en lo humano.

Partiendo desde lo básico, es oportuno concientizar que nuestro nombre y apellido son una marca y queramos o no, a partir de ello existen tres variables con relación a cómo somos percibidos por “los consumidores”:

• Nos conocen y nos perciben como un producto positivo,
• Nos conocen y nos perciben como un producto negativo o,
• No nos conocen.

Es importante aclarar que todas estas variables tienen resultados positivos o negativos según sean tus objetivos, hay procesos en los que nos beneficia el estar situados en alguno de estos tres estados, siempre y cuando la estrategia sea consciente y con la responsabilidad que corresponde.

Al conocer esta metodología, yo tenía 20 años. Llegó a mis manos un libro llamado “Marca Personal”, de Andrés Pérez Ortega, autor que está posicionado como uno de los mejores en dicho tema (te recomiendo todos de sus textos, en ellos mucha variedad de ejercicios prácticos que te ayudarán a estructurar tu “marca personal”).

Uno de los indicadores naturales con más recurrencia en los seres humanos es el inconformismo, y te confieso,  que al  descubrir este interesante tema sentía que faltaba algo más y fue en el año 2013 que conocí el libro “Personas Compran Personas”, de Carlos Rosales, quien en su texto me enseñó que “No existe un producto, por muy bueno que sea, que no necesite de un vendedor”, entonces, entendiendo que yo era un producto, necesitaba un vendedor y la mejor noticia es que contaba conmigo mismo.

Ambas teorías coincidían en lo importante que es conocer tu producto y desarrollar las estrategias necesarias para que el mismo cumpla las expectativas de sus consumidores.

Dentro de las preguntas más comunes  de mis clientes consigo dos que se repiten constantemente

• “Si yo soy una persona corriente ¿puedo tener marca personal?”.

De haber leído mis primeras líneas estoy seguro de que sabes la respuesta:

SÍ, incluso, ya eres una marca personal.

• “¿Por dónde puedo comenzar?”.
  
  

Acá mi respuesta parte de 5 recomendaciones básicas que con gusto compartiré:

Descúbrete como persona: Identifica gustos y pasiones

1. Prioriza tus sueños y tus metas: haz que tus sueños te hagan volar hasta la cima, pero mientras valida con conciencia que tus metas te ayuden a llegar al siguiente escalón que está enrumbado a esa mencionada cima.
2. Diseña tu estrategia: una vez consolidados tus sueños y metas, organiza un plan  que te ayude a llegar a tus objetivos.
3. Identifica tu cliente: valida quiénes son los clientes a los que de verdad te interesa llegar. Practica: “la mejor forma de aprender a vender, es vendiendo”. Si identificas que tus “deseados clientes no te compran”, esto puede ser un indicador de que hay que mejorar “el producto”.

Ser uno más, en esencia, es ser uno menos. Analiza las oportunidades que el mercado te ofrece y capitalízalas, encuentra tus valores diferenciadores y ofrécete al mercado con beneficios inigualables (o lo más distinguidos posibles).

Recuerda un cliente siempre compra por dos razones: para resolver un problema o para mejorar su calidad de vida. Cuéntame tú, ¿por qué te debo comprar a ti?

Gabo Montenegro

gabo@neurosales.com – @montenegrogabo