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Séneca y el arte de enfrentar las emociones negativas

Para concluir esta serie de artículos en los que estamos aprendiendo filosofía para aplicarlo a las ventas, vamos a hablar de Séneca, otro representante de la escuela de los Estoicos. En esta ocasión vamos a utilizar las enseñanzas de Séneca para enfrentar emociones que podemos llamar negativas, o que nos pueden causar un daño en la vida y, obviamente, en las ventas.

Esta emoción de la que particularmente Séneca nos alerta es específicamente la ira, cuando nos molestamos de forma descontrolada, lo cual es muy factible que ocurra en las ventas, porque podemos recibir malos tratos de los clientes, podemos recibir engaños,  podemos recibir faltas a la palabra, o el hecho de que no se dé una venta. Y eso genera en nosotros una emoción de ira.

Según Séneca, nosotros sentimos ira cuando la realidad se opone a nuestros deseos. Es decir, cuando queremos algo que no se nos da. Y es importante entender que nos enfadamos o nos molestamos, no tanto cuando nos ocurre algo malo, sino cuando no estamos preparado para ello. Por ejemplo: si está lloviendo, y estás preparado porque tienes tu poncho, tienes tu paraguas y tus buenos zapatos, pues realmente no tienes ira. Está pasando algo indeseable e, incluso, que no esperas, que puede ser negativo, pero estás preparado para ello. Pero si ese día tenías programado una parrilla, una barbacoa, o salir de paseo o jugar fútbol con tus amigos, y no estabas preparado para esa situación de lluvia, ahí comienza el enfado.

Entonces, ¿qué nos dice Séneca y los Estoicos? Lo que ellos proponen se podría resumir en una frase: esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor. La frase, o herramienta, que usaba Séneca, era: Que nada te sorprenda. Hay una frase en inglés que lo sintetiza perfectamente: shit happens. Estar preparados para entender que siempre van a haber problemas. Estar preparados para saber que, de alguna manera, en la vida va a haber gente mala, ladrones, humillación, codicia, maldad, envidia y eso forma parte de la vida.

Y, por supuesto, estar cada vez más preparados. Por eso nosotros, en Personas compran personas, y en todos nuestros cursos y talleres, decimos que hay que adquirir cada vez más herramientas, aprender cosas nuevas. En la medida en que eso ocurra podemos adquirir herramientas para que podamos enfrentarnos a las adversidades del camino.

Resulta interesante que, después de tantos miles de años, estas palabras de Séneca, acerca de lo negativo que resultan para nuestro cuerpo sentimientos como la ira, esto ha sido comprobado por el avance de la neurología. Cuando nos enfadamos porque quizá recibimos un maltrato de un cliente, o porque no obtenemos el acuerdo, por ejemplo, esa emoción genera en nosotros una serie de reacciones químicas y segregamos sustancias como el cortisol.

Es importante saber que cuando segregamos esa sustancia, el cuerpo necesita aproximadamente unos noventa segundos para poder procesar esos químicos en nuestro cuerpo. Y si no tenemos un patrón para romper esa emoción, si lo que hacemos es recordarla constantemente, caemos en un círculo vicioso de producción de adrenalina y cortisol.

¿Qué sugiere Séneca para manejar estas emociones? Que cuando tengas consciencia de estar prisionero de ella apliques el famoso consejo de contar hasta diez, porque si haces consciente tu respiración, te enfocas en otro tema y dejas pasar esos noventa segundos, ya el cuerpo habrá procesado ese cortisol.

¿Cómo podemos hacer para tener más consciencia al manejar esta emoción? Lo primero es conocer e identificar lo que dispara tu ira. No todos nos preocupamos o nos alteramos por las mismas razones. Lo que te sugiero, amigo colega, es que identifiques qué cosa te molesta de la gente. Escribe qué sientes que dispara tu ira. Luego, pregúntate, de esa ira, cuál es el principal detonador que ocurre en ti.

Estos dos primeros pasos te dan consciencia y te preparan para esas situaciones. Te anticipas a ellas. Sabes que te molesta especialmente la impuntualidad, pero sabes que ese cliente es impuntual, bueno, eso forma parte del trabajo. Llegarás a tu hora, harás las previsiones necesarias en tu agenda para que eso no afecte tu próxima visita. Pero si el cliente es importante y no hallas en las primeras conversaciones lograr ese compromiso, ya sabes que eso está ahí. Es como decir: está lloviendo y no te puedes poner iracundo porque está lloviendo. Sencillamente llueve. O no nos podemos molestar porque hay tráfico en la ciudad donde vivimos y donde siempre hay bastante tráfico.

El tercer paso es apelar a los famosos diez segundos. Y el último, que puede sonar hasta tonto, es: sonríe aunque no tengas ganas. El hecho es que cuando tú dibujas en tu cara una sonrisa aunque no estés alegre, tu cuerpo bloquea las áreas de la ira y activa las de una emoción más positiva.

Está comprobado que la ira, como todas las emociones, es contagiosa. Es decir, si estás con personas que normalmente tienen el ceño fruncido, mala disposición, viven con una actitud de queja permanente, definitivamente tú consciente o inconscientemente copiarás esa actitud. Es decir, observa a tus compañeros, observa a las personas con las cuales convives, y trata de buscar personas que te contagien otras emociones diferentes a la ira, la molestia o la envidia.

Esto, para un vendedor, es vital.

  1. Carlos excelente articulo que he compartido en twitter. La ira no es fácil controlarla pero luego de que conoces lo que la dispara en tu persona es manejable y de manera positiva para tu salud.

  2. Excelente artìculo, en la vida diaria se aplica muy bien, sobretodo en las relaciones interpersonales, con la familia y amigos, pero en las ventas es vital, porque aunque nos enfademos, ese seguirá siendo nuestro cliente y es importante mantener el profesionalismo ante todo, saber manejar las emociones es vital para mantener la cordialidad aunque nos caiga pesado el cliente, la ira hasta nos puede enfermar, por eso debemos aprender controlarlas.

    Saludos cordiales,

  3. Qué buen artículo, para todo en la vida debemos saber controlar las emociones, pero más aún las negativas, porque son las que nos pueden dañar más tanto en lo personal como en lo profesional. Saludos

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