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Hablemos de ser socialmente responsables…

Tomado de La Razón
Imagínese que está haciendo la compra de la semana. Se dispone a coger de la estantería el paquete de arroz de la marca en la que confía. Conoce su precio, cómo cocinarlo y, simplemente, en casa, gusta. Pero, unos centímetros más allá, en esa misma estantería, descubre una nueva marca. Esa firma asegura en el envoltorio que la mitad de sus beneficios irán destinados a mejorar la calidad de vida de las personas que trabajan en los arrozales. Además, indica que el arroz que contiene es 100 por cien ecológico. Con todo, la empresa le invita a comprobar toda esa información es su página web. ¿Qué paquete comprará? Quizás sea de los que compra marca blanca y se enfrenta a decidir si paga un poco más por un producto sostenible y socialmente responsable o no. Pero la pregunta es la misma, ¿qué arroz se llevará a casa?
El 73 por ciento de los compradores lo tiene claro. Según un estudio internacional sobre las tendencias de consumidores, escoge la marca comprometida. Más aún, el 88 por ciento piensa que las empresas tendrían que tener una implicación activa en solucionar los problemas sociales. Estas cifran no dejan lugar a dudas de que se ha producido un cambio de conciencia, pero las marcas a duras penas empiezan a entenderlo y que eso repercute en su número de ventas.
Recuperar valores
En Latinoamérica, nos llevan años de recorrido, explica Josep Maria Batalla y añade que, incluso, hay marcas que son más socialmente responsables en países como México que en España. Con más de 25 años de experiencia en el mundo de la publicidad, Batalla asegura que incorporar la responsabilidad social corporativa (RSC) «no es moda, es una necesidad». Pero, ¿qué es exactamente la RSC? Lejos queda ya la eficacia de las campañas de lavado de imagen. En cuestión de segundos, un simple comentario en las redes sociales puede dar al traste con toda una estrategia publicitaria. Tampoco se trata de organizar única y exclusivamente una recaudación anual de fondos para ayudar a obras sociales. Para Júlia Salsas, experta en responsabilidad social corporativa y comunicación, «la responsabilidad social corporativa es una actitud transversal que implica tanto al CEO de la empresa como al becario, es recuperar e integrar unos valores que antes existían pero que, por diferentes motivos, han ido desapareciendo» de las empresas.
Pero, ¿cómo hacer propia esa actitud siendo una compañía consolidada? ¿Cómo transformar esa demanda social en una oportunidad para seguir creciendo como marca? Batalla y Salsas tienen la respuesta: 1000friends.
Se trata de una nueva firma especializada en marketing y responsabilidad social corporativa cuyo «leit motiv» es poder proponer a las marcas acciones para interiorizar el compromiso social y campañas para saberlo transmitir de forma creíble y rentable. Creíble, porque no se trata de presentar la cara bonita del producto, sino de que tras desarrollar la estrategia ideada y creada por 1000friends, el consumidor, sin pensarlo, asocie la marca a un compromiso social. Hoy por hoy, el 80 por ciento de los compradores no se cree los mensajes de publicidad social y ecológica de las marcas. Y rentable, porque, como dice Batalla, «si las marcas quieren seguir vendiendo tienen que producir beneficios sociales además de empresariales».
Para ofrecer el proyecto que mejor se ajusta a las necesidades de la compañía, 1000friends está integrada por, además de Batalla y Salsas, un grupo de expertos en consultoría, en estrategia de marca, en branded social content y en el tercer sector, entre otros.
Cuantificando los beneficios
La firma ofrece la posibilidad de cuantificar el retorno económico de ese cambio de actitud para que las empresas puedan comprobar, traducido en cifras, que «doing good is good for business».
«La crisis nos ha llevado a entender una forma de diferente de hacer negocios», declara Batalla. Sólo seguirán adelante las marcas que sepan responder a las necesidades de los ciudadanos y arrastrarlos a formar parte de ese cambio de conciencia. Como apunta Salsas, la cuestión ya no es hacer dinero sino el cómo se hace ese dinero.

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